lunes, 31 de marzo de 2008

El pisito


Ficha técnica

• Año: 1959.
• Duración: 87 mins.
• Nacionalidad: España.
• Género: Comedia negra.

Ficha artística

• Directores: Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry.
• Guión: Rafael Azcona y Marco Ferreri.
• Reparto: Mary Carrillo, José Luis López Vázquez, Concha López Silva, Celia Conde, José Cordero, Ángel Álvarez, Maria Luisa Ponte, Andrea Moro.
• Música: Federico Contreras.
• Fotografía: Francisco Sempere.
• Producción: Documento Films.

Sinopsis

Rodolfo y Petrita llevan doce años de relaciones. Para casarse necesitan un piso y no hay forma de encontrarlo. Rodolfo es realquilado de doña Martina, una anciana a punto de morir, y el casero está deseando que deje libre la vivienda para derribar el edificio. Algunos aconsejan a Rodolfo una solución heroica: debe casarse con doña Martina y esperar lo poco que le queda de vida para heredar el alquiler. Rodolfo se resiste, pero cada vez con menos fuerza.

Crítica

El pisito narra una historia real de un hombre que consintió casarse con la vieja que le realquilaba el cuarto para poder heredar el piso y así cumplir el sueño dorado ( institucional) de casarse con su novia de toda la vida. Cinematografía adulta, exenta de clichés.
La negrura tremebunda de la España del sabañón y del café con hambre que Azcona y Ferreri plasman en El pisito parece a la luz del ahora un retrato costumbrista, pintoresco, un abigarrado novelón de la vida de nuestros abuelos que no tiene vigencia en estos nuevos tiempos, pero la actualidad nos desmiente como quiere y los rotativos de las agencias de información vomitan titulares que podrían atribuirse, sin esfuerzo alguno, a la España de aquella posguerra.
Lo que hace Azcona como nadie ha hecho en el cine español es escribir con la mala leche en la punta del bolígrafo o las teclas de las pesadas Underwood de entonces. Azcona se aleja del paisajismo tópico de exaltación de lo militar y de lo patriótico en el que estaba el cine aburrido y ahogado para hacer unos argumentos destornillantes, líricos y hermosos en su descarnada visión de la pobreza del hombre y del consentimiento popular de unas estrecheces morales y económicas que ocasionaban lo que Valle-Inclán, unos años antes, bautizó como Esperpento.
Todo se desmenuza con la prosa clásica del sainete y entre chiste y chascarrillo cuela Azcona un puyazo sangriento al censor, esto es, a la conciencia de un país que salía como podía de una guerra y que se dejaba embaucar por un tablao flamenco nutrido y alegre, manifestación antológica de nuestra cultura patria y simpar icono de cuanto de nosotros se pensaba allende Los Pirineos.
Berlanga, Bardem, Neville y Ferreri conformaron una cinematografía adulta, exenta de clichés y totalmente exportable a la manera del neorrealismo italiano que hacía tres cuartos de lo mismo pero con una pléyade más nutrida de disidentes del Régimen, de artistas preocupados por la política y que veían en el cine un vehículo idóneo para desahogarse un poquito y, de camino, dar que pensara algún ciudadano cómplice en la historia.
Al modo de 13, Rue del Percebe, cómic ejemplar en todos los aspectos, Ferreri abre su cámara a muchos personajes: no se deja llevar por las pericias dramáticas de Rodolfo, el novio-esposo-viudo que interpreta formidablemente un nunca bien ponderado José Luís López Vazquez. Lo que hace Ferreri es darnos una información adicional enorme en cada plano: no ocurre una única cosa sino que son varias y todas tienen lecturas que afectan a la principal, por decirlo de alguna forma. Ferreri huye de los planos cortos y obra prodigios cuando, mudamente casi, planta la cámara en el centro de la acción narrativa y deja que los personajes vayan atropellándose, ocupando el espacio, creando una representación coral riquísima que luego ha sido triunfalmente copiada por otros directores para evidenciar, como Ferreri, la espesa imbricación de varias tramas que se yuxtaponen, sin oponerse, para crear la trama unívoca que creemos estar viendo. Azcona, que luego hizo El cochecito, El verdugo, Plácido, La prima Angélica, La escopeta nacional, La niña de tus ojos, Belle Epoque, La lengua de las mariposas y Ay, Carmela, es el maestro del distanciamiento: sus personajes pueblan las líneas de sus obras y no hay signo que pueda entenderse como marca de autor: Azcona se limita a plantar su universo de clase media, sus escaleras de vecinos, y acelerar, como si de un reloj de muñeca se tratase, los mecanismos antiquísimos de la comedia, del humor negrísimo, que es el verdadero, quizá el más serio de todos.
La idiosincracia del pueblo español de entonces no se queda en la plasmación de unos referentes sociales: Ferreri y Azcona van más lejos y hurgan en donde más duele a la clase biempensante y detentadora del Poder. Hacen hilaridad de la muerte, del matrimonio. Evidencian con genio que vivir en España entre el año 40 y el 70 era una heroicidad que no paliaban las divas de la copla y las historias rurales de botijo y de novio que habla con la novia a través de una reja.
La pobreza anula la ética. La necesidad de una vivienda, nunca antes tan manifiesta en el cine, propicia que la moralidad se alíe con el interés. De resultas de este maridaje nace el ingenio, la trampa, la estampa graciosa de la fealdad. (muchocine.net)

EL DIRECTOR Y EL GUIONISTA: CUANDO FERRERI ENCONTRÓ A AZCONA

Marco Ferreri entró en el mundo del cine a través de los cortometrajes publicitarios. Más tarde, se dedicó a la producción. En España conoció a Rafael Azcona, con el que colaboró en Los chicos en 1958, El pisito en 1959 y El cochecito en 1960, tres comedias marcadas por un feroz sarcasmo antiburgués. En Italia siguió rodando su L’ape regina en 1962, una sátira anticatólica que fue censurada debido a la crítica que hacía a la institución del matrimonio. En Se acabó el negocio, de 1963, habla sobre las relaciones entre los sexos dominadas por la explotación del más débil, con el final también censurado. En 1967 realizó el cuento antimachista El harén. Sin embargo, la que se cosidera su obra maestra es Dillinger ha muerto, de 1969, un ensayo sobre la soledad del hombre contemporáneo en la sociedad capitalista. En 1970 rodó la triste alegoría sobre el futuro El semen del hombre, un cuento kafkiano anticlerical, y en 1971, La audiencia. En 1975 realizó una surrealista relectura de la derrota del general Custer en Little Big Horn llamada No tocar a la mujer blanca. Pero cuando alcanza de nuevo la cumbre es gracias a la adaptación del cuento de François Rabelais La gran comilona, de 1973, que anticipó la furia iconoclasta del Saló o los 120 días de Sodoma de Pier Paolo Pasolini. También ha dirigido La última mujer en 1976, La casa del sorriso en 1988 y homenajeado el cine que ya no existe en Nitrato d’argento en1995.Rafael Azcona nació en Logroño el 24 de octubre de 1926 y falleció el pasado 24 de marzo de un cáncer de pulmón. Comenzó su carrera como novelista y participó en varias revistas de humor. En 1959 adaptó, a modo de colaboración, para la gran pantalla la novela de El pisito, y ahí comenzó su fructífera carrera como guionista. Azcona volvió a adaptar otras dos novelas, El cochecito y El secreto de los hombres azules, y en 1961 Luis García Berlanga dirigió su primer guión propio, Plácido.
También trabajó con Carlos Saura (La prima Angélica o ¡Ay, Carmela!), Luis García Berlanga (El verdugo o La vaquilla), Fernando Trueba (El año de las luces, Oso de Oro en el Festival de Berlín, o Belle époque, Oscar de Hollywood a la mejor película extranjera), y José Luis García Sánchez (La corte de faraón y Tranvía a la Malvarrosa). Es autor de varios libros, entre los que se encuentra El Estrafalario o Vida del repelente niño Vicente, sobre las aventuras de este personaje que inventó en su época de La Codorniz.
Rafael Azcona ganó el Premio Nacional de Cinematografía en 1982, la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1994 y el Goya de honor en 1998. Por sus guiones, Azcona ha ganado cinco Goyas: El bosque animado (1988), Ay, Carmela! (1991) Belle Époque (1993), Tirano Banderas (1994) y La lengua de las mariposas (2000).

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