domingo, 17 de febrero de 2008

NO ES PAÍS PARA VIEJOS

Parecen la versión intelectual de Zipi y Zape, uno pelirrojo y el otro moreno. Ambos con gafas y aspecto reservado. Ethan y Joel Coen están considerados directores de culto y no es para menos después de dirigir películas como Sangre fácil, El gran Lebowski o Barton Fink.
Pero si algo les caracteriza es su labor multifacética: escriben, producen, dirigen y editan todos sus filmes. Algo inusual en estos lares. Y más cuando uno se da cuenta que tienen completo control artístico. ¿Cómo lo consiguen? Muy fácil: manteniendo un presupuesto relativamente bajo en sus producciones por lo que los estudios se mantienen al margen.
La ambientación de la mayoría de sus obras es localista, haciendo hincapié en los acentos y costumbres de la zona, como en el caso de Fargo o Arizona baby. Su última película, No Country for Old Men, no es la excepción a la regla, ya que tiene lugar un espacio tan nortamericano como Rio Grande, en el estado de Texas. Cuando un cazador, interpretado por Josh Brolin, se encuentra varios cadáveres y dos millones de dólares en un lugar remoto, Anton Chigurh (Javier Bardem), un asesino sin sentimientos, comienza a perseguirle para conseguir lo que considera suyo.
La película es un thriller que se centra especialmente en sus personajes. Los diálogos son brillantes y están perfectamente ejecutados por un reparto inmejorable. Los críticos americanos ya la han comparado con Fargo, e incluso algunos se atreven a proclamar que es aún mejor.
No country for old men es una adaptación de la novela de Cormac McCarthy, No es país para viejos, publicada en 2005 en EEUU y traducida al castellano por Mondadori en febrero de este año. (Rosa Gamazo. El público.es)

LA PELÍCULA

Ficha técnica
• Año: 2007.

• Duración: 122 mins.

• Nacionalidad: EE.UU.

• Género: Western-drama.


Ficha artística

• Directores: Ethan y Joel Coen.

• Guión: Ethan Coen, Noel Coen, basado en la novela de Cormac McCarthy.

• Reparto: Tommy Lee Jones, Javier Bardem, Woody Harrelson, Josh Brolin, Stephen Root, Kelly Macdonald y Garret Dillahunt.

• Música: Carter Burwell.

• Producción: Miramax Films / Paramount Vantage / Scott Rudin Productions.

• Fotografía: Roger Deakins.


Sinopsis


En el estado fronterizo de Texas, en el año 1980, Llewelyn Moss (Josh Brolin), un cazador de antílopes que se encuentra cerca de Río Grande, descubre un día un hombre acribillado a balazos, un cargamento de heroína y dos millones de dólares en efectivo...


• 8 nominaciones a los Oscar: Mejor película, director, guión adaptado, actor de reparto (Javier Bardem), fotografía, montaje, sonido y efectos sonoros.
• Globos de oro: Mejor guión, mejor actor secundario (Javier Bardem).

• Junta Nacional de críticos de EE.UU.: Mejor Película.

• Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película, mejor dirección, mejor guión, mejor actor secundario (Javier Bardem).


Crítica

BRILLANTE VUELTA A LOS ORÍGENES

En No es país para viejos, donde los Coen vuelven a hacer gala de su brillante puesta en escena, un estilo visual seco, directo, limpio de artificios, pero sin por ello escudriñar dentro del alma de sus personajes.
Dotando a todo el conjunto de un estilo visual que brilla con luz propia tanto en las escenas donde el encuadre requiere un uso del formato panorámico (todas aquellas en el desierto, de una brillantez formal magistral), como aquellas escenas intimistas donde la puesta en escena debe fluir y acompañar a los geniales diálogos. Los cuales por cierto, no serían posibles sin el excelente guión que acompaña esa brillante capacidad visual, un libreto que desborda profundidad psicológica, memorables frases de una incisión emocional en las raíces de la violencia, que cortan la respiración durante sus momentos cumbre. Mención aparte para el apartado actoral, en el cual destaca la antológica actuación de Javier Bardem como el asesino Anton Chirguh, que resulta de una perfección incontestable, a la altura de los mejores villanos que se recuerdan en una sala de cine. Acompañando la labor del actor español, unos secundarios no menos acertados, un reparto sólido y consistente, donde Josh Brolin (aquel que muchos recordamos como uno de nuestros adorados Goonies y que tan bien está sabiendo reencaminar su carrera después del acierto de Planet Terror), también da una demostración de introspección considerable, con un carisma fuera de toda duda y que rivaliza en personalidad con Bardem. Más allá de ellos dos, el contrapunto perfecto se encuentra en ese privilegiado actor que es Tommy Lee Jones, que junto al resto de secundarios, demuestra que no hay pequeños papeles con grandes actores. La perfección de todos sus elementos dan como resultado un film practicamente perfecto, al cual sólo la distancia en el tiempo podrá otorgar el tan comunmente utilizado término de obra maestra. Incluso, según dicen aquellos que han tenido la ocasión de leer la novela de McCarthy, realmente fiel a al tono y los hechos narrados en sus lineas. A lo largo de la película, los Coen vuelven a recurrir a aquel imaginario que ha presidido siempre su obra, un tipo de novela negra que hunde sus raíces en escritores sensacionales como Hammet, Raymond Chandler y sobre todo, el gran William Falkner, para hacer una relectura moderna de las convenciones que presidían aquellas obras. Lo cual les permite el suficiente distanciamiento referencial como para incluso introducir sus dosis de habitual, y brillante, humor negro. No es por ello casual que funcione tan bien en este film el equilibrio entre el aspecto dramático y un tono de cinismo desencantado que trasciende (sobretodo en el tramo final) la propia historia para apoderarse del verdadero sentido de esta historia que nos ocupa. Escenas como la conversación del sheriff con su ayudante sobre un determinado suceso y un collar de perro, o ciertas resoluciones visuales y dialogadas a lo largo de todo el metraje, dan muestra de que los Coen aún conservan ese sentido del humor negro y socarrón que destacaba en su obra. Por otra parte, puede sorprender ese final donde la narración lineal (que había transcurrido de forma impecable), deja paso a una reflexión mucho más profunda de lo que parece sobre la verdadera esencia del espíritu americano. Todo el film es una brillante metáfora sobre la violencia inherente que padece como lacra la actual sociedad americana, ya que Anton Chirguh, no es más que la manifestación física de dicha violencia, que se expande como un virus para salpicar de sangre hasta la mente más inocente (especialmente reveladora en ese sentido la escena de los dos chavales en bicicleta, con su pureza “manchada”). En ese devastador y deprimente final que nos proponen los Coen, el personaje de Tommy Lee Jones, ya retirado como sheriff, nos explica un sueño, una esperanza que todavía habita dentro del americano medio, una luz que ilumine el camino por el cual transitar para evitar que esa violencia que yace escondida dentro de la enferma sociedad americana. Una reflexión desencantada a partir de la cual se forma el relato, y con la cual los personajes se expresan, deambulando por unos parajes tan áridos y solitarios como el futuro desesperanzador que les aguarda. En definitiva, una excepcional película, un film que permanecerá en la retina del espectador durante mucho tiempo, poseedor de un desgarrador y agrio mensaje, cuyo gran poder de sugestión le confiere un valor único. El retorno de los Coen por la puerta grande, una obra descomunal. (P
or Ivan Villamel, de muchocine.net).

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